
Guayaquil, (SCAG).- Era la tarde del jueves 31 de enero de 1985 cuando un avión de Air Italia arribó al aeropuerto Simón Bolívar de Guayaquil, transportando a Karol Józef Wojtyła, más conocido como San Juan Pablo II; el único santo que ha visitado el Ecuador. La llegada del Sumo pontífice dejó una huella indeleble en los feligreses que acudieron a verlo.
En el aeropuerto lo recibieron Mons. Bernandino Echeverría Ruíz, entonces Arzobispo de Guayaquil, y autoridades locales, quienes le entregaron la llave de la ciudad. Luego, se dirigió en el Papa Móvil hacia la parroquia Nuestra Señora de Czestochowa, en donde acompañado por el clero guayaquileño visitó el templo dedicado a la patrona de su patria, Polonia.
Rosa Gómez de Reyes contaba con 36 años cuando tuvo la oportunidad de participar en los preparativos junto a varios feligreses y al P. Michel Charboneau para recibir al Santo Padre en Czestochowa. “Me impactó su mirada, su rostro muy alegre, lleno de amor. Él emanaba muchísima paz” recordó la devota, quien pidió la intercesión del Santo para lograr tener una casa propia y por la unidad de su familia.
“Fue una alegría inmensa sentir la presencia del Papa que venía aquí al Ecuador, a nuestra parroquia. Sentir que irradiaba ese amor, paz y esa santidad porque ya se notaba la santidad del Papa”, recordó Gladys Quimí de López.
Después de esta visita, se dirigió a la parroquia Nuestra Señora de la Alborada, donde el P. Paulino Toral recibió a San Juan Pablo II, quien tuvo un encuentro con las religiosas de la ciudad y luego animó a los miles de jóvenes que se congregaron desde tempranas horas a las afueras del templo. “María sigue siendo nuestra Alborada, nuestra primicia, nuestra esperanza”, expresó el Pontífice en su discurso.
Al día siguiente, se movilizó en el Papa Móvil hacia el Guasmo Sur; dedicando su discurso a la situación actual del Ecuador. Tanto en la parroquia Stella Maris como en Czestochowa dejó como regalo un Sagrario (lugar donde reposan las hostias consagradas). En la tarde del 1 de febrero de 1985, más de un millón de personas fueron testigos de la beatificación de Mercedes de Jesús Molina en un terreno baldío de Samanes, norte de Guayaquil; en el que actualmente se asienta la iglesia homónima.
La llegada de San Juan Pablo II al Ecuador marcó un hito sin precedentes en la historia del país y en la fe de los ecuatorianos; quienes aún recuerdan al Santo Padre que luego se convertiría en Santo de la Iglesia Católica.